YO ME ENAMORO

Es decir, me enamoro y bastante seguido, según una muy buena amiga, hoy en Canada (el país no Santa Mónica la prisión) mis enamoramientos tienen ciclos de un par de semanas, según ella bastante definidos, ahora no me pidan a mi que los defina.

Quizás me enamoro por que tengo el corazon abierto o sangrante, dependiendo de la ocasión, quizás por que debajo de mi cinismo natural soy un romántico empedernido que solamente ha tenido mala suerte o quizás no tuvo en valor para tomar con las dos manos aquello que la vida le ofrecía; quizás  estoy esperando esa sonrisa que destruya mis muros de piedra o quizás no quiero ver nada mas allá de esos mismos muros.

No sé si mis enamoramientos son amor, o son otra cosa, pero no puedo dejar de decir que gozó con cada uno, aunque sepa que al final el golpe es inevitable, es casi como estar permanentemente subido en una montaña rusa interna, que me lleva por una variedad de emociones sin tener que pagar un entrada en un parque temático.

Confieso que mi objetivo final es el fracaso, ya que sin el fracaso no estaría triste, si no estuviera triste no podría decirlo en estas letras, es que yo me sentiría perdido si tuviera que escribir sobre mis alegrías, no pues, me río es cierto y disfruto es cierto también, pero mi esencia es otra, soy de los que cargan el dolor en los bolsillos, soy de los que han perdido su sombra en una esquina cualquiera, soy de los que recojen sus pasos para que no interrumpan a los demás, soy de los que siempre llegan tarde y mal.

Que puedo decir, que viva el amor, en el que no creo, pero que lo siento a veces con una intensidad que arrasa mi interior; o tal vez, creí en él en su momento pero ahora sin corazón que lata en mi pecho es imposible sentirlo y por eso mis enamoramientos pasan por la cabeza, por la negación de la lógica por la privación de los sentidos; por que si tuviera que usar el corazón para sentirlo no tendría en el fondo nada que usar, así que me engaño y generó un corazón virtual pero que solamente dura algunos pocos días.

Soy yo pues quien se engaña a si mismo, doblemente, creyendo que soy quien se enamora y al mismo tiempo negándolo; soy una contradicción parlante y escribiente que lleva esa condición, o tara, como bandera, orgulloso de su propia torpeza y seguro de sus verdades a medias.

Me desconecto.

Adeu…