TODOS MIS YOS

Ahí estabas, tú, la única y perfecta tú
recortada contra los recuerdos que llegarían
intocable, invencible, inexpugnable
y a tímida distancia todos mis yos mirándote.

Fui muchos, siempre los fui para estar
para poder ser todos los que tu necesitabas
insuficiente a pesar de mis inventos
reconocible a pesar de mis disfraces.

Y tú, quieta, como perdonándole a la vida su propia vida
como lo que siempre fuiste
la bruja mala del norte
la descubridora de todas mis celadas envueltas en múltiples yos.

Mientras, yo me escondía en infinitos espejos
replicando mi pobre imagen hasta el infinito
intentando una vez mas engañarte al proyectar contra el sol
todo lo que alguna vez escondí.

Urgidos ambos de verdades y mentiras que contarnos
para poder tejer esa historia que no resistió el paso del tiempo
que no superó el amor infinito
ni el desengaño profundo de sabernos.

Tú, la única tú
sonriéndole a todos mis yos
con esa sonrisa que congelaba cada imagen de los espejos
que detenía mi respiración, mis latidos, mi tiempo.

¿Ahora que me queda de todos mis yos?,
solamente el recuerdo de tu único tú
y algunos fragmentos de mi mismo,
los que no se llevó tu estela cegadora al partir.

Algunas veces levanto la vista
para encontrar una sola imagen reflejada
el pobre yo que quedó
esperando que el tiempo recupere el tiempo.

A veces, aún extraño ser muchos yos
para amar a esa única tú.

Con agradecimiento a Beto Ibarra, por un aporte perfecto.